
El viajero invisible – Capítulo 1: El primer café
- Posted by Maria Jimenez
- Categories Advanced Readings
- Date June 24, 2025
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Género:
Ficción realista con toques de misterio, viaje interior y descubrimiento personal
Introducción
Nadie sabía quién era realmente Darío.
Un día apareció en un pequeño pueblo del sur de España con una mochila vieja, una libreta llena de dibujos y un acento que nadie podía identificar.
No buscaba fama, ni trabajo, ni amor. Solo observaba. Escuchaba. Caminaba.
Pero cada persona que cruzaba su camino experimentaba un cambio, a veces pequeño, a veces profundo.
¿Quién era Darío? ¿Por qué había llegado allí? ¿Y qué secretos guardaba en su libreta?
Este es el inicio de una historia de encuentros, heridas, redención y viajes invisibles.
Bienvenidos a la historia de Darío, el viajero invisible.
Capítulo 1: El primer café
La primera vez que Darío entró en el Café del Sol, todos dejaron de hablar.
No era por su ropa —aunque llevaba una chaqueta demasiado gruesa para el clima de julio— ni por su mochila con parches de países que algunos ni sabían ubicar. Era por su mirada.
No juzgaba. No exigía. Solo observaba.
Pidió un café solo y se sentó junto a la ventana. Sacó una libreta gastada, pasó lentamente las páginas, y luego dibujó algo. Nadie supo qué, porque nadie se atrevió a mirar de cerca.
Clara, la camarera, no podía apartar los ojos de él. Había algo familiar. Algo que dolía. Algo que no sabía que estaba buscando… hasta ahora.
—¿Tú también dibujas cuando estás triste? —le preguntó Darío sin levantar la voz.
Clara se quedó quieta. Había pasado toda la mañana sirviendo mesas sin prestar atención a nadie, pero esa pregunta la detuvo por completo. ¿Cómo lo sabía?
—¿Nos conocemos? —dijo ella con cautela.
Darío sonrió apenas.
—Todavía no.
Durante los siguientes días, volvió al mismo lugar, a la misma hora, con el mismo café. A veces dibujaba. A veces solo escribía. Siempre solo.
Y cada día, Clara encontraba una excusa para acercarse: llevarle agua, limpiar la mesa de al lado, ajustar la música. Nunca hablaban más de tres frases, pero algo en el silencio era suficiente.
Una tarde, Clara se animó a preguntarle qué dibujaba. Darío le mostró una página de su libreta. Era un retrato. De ella. Con una sonrisa que hacía años no tenía.
—Eso no soy yo —murmuró.
—Sí —respondió él—. Solo que aún no lo recuerdas.
Ese día, Darío dejó el café sin pagar. Pero sobre la mesa, junto a la taza vacía, dejó un sobre cerrado con su nombre.
Cuando Clara lo abrió, encontró una nota con una sola frase:
“Todos tenemos una historia que espera ser contada.”
Tag:misterio, novela, personajes, pueblo, viajes
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